Deberíamos encontrar tiempo para todo, también para desconectar. Pensamos que salir de la rutina requiere hacer kilómetros y kilómetros en busca del paraíso cuando muchas veces la respuesta está cerca (y lejos a la vez).
Una amiga me dijo que para desestresarme buscase en Internet a un artista chino llamado Cai Guo-Qiang que utiliza como pilar de su obra la pólvora, el fuego artificial. Estamos acostumbrados a dejarnos deslumbrar por los juegos pirotécnicos de nuestros pueblos y ciudades pero lo que hace este artista supera lo imaginable.
Uno de las piezas más famosas la realizó en 2014 en un río de Shanghai. Utilizó una enorme plataforma flotante de la que surgían cohetes que formaban en el aire formas increíbles y coloristas, masas de humo que permanecen en la atmósfera como lienzos de cuadros abstractos. Guo-Qiang convirtió el evento explosivo, que apenas duraba unos minutos, en belleza sin más. Observar esos minutos en el documental sobre su vida te deja tranquila. Claro que hubiera sido mejor estar allí presente, en la ribera del río asiático, pero disfrutar de estas cápsulas de relajación a golpe de clic no es mala idea.
Cai Guo-Qiang, que también es responsable de los fuegos artificiales de la gala inaugural de las Olimpiadas de Pekín 2008, ha cumplido su sueño, crear una escalera de fuego que llegue hasta el cielo. Lo hizo en un pueblo pesquero de su país sin avisar a nadie, con la ayuda de los vecinos. Eran más de 500 metros de escalera sujetos por un enorme globo aerostático que se perdía en las alturas. Los petardos se iban encendiendo y elevándose a la vez. Se lo dedicó a su abuela de 100 años y es una de las visiones más potentes que he visto sin moverme del sofá.
Bueno, es solo una propuesta. Habrá millones en la web de gente que hace cosas bonitas. Así que le he dicho a mi amiga que me cuente más historias como esta para cuando tenga un ratito, sentarme y dejarme llevar por lo que existe ahí fuera.