Los tesoros de las grandes ciudades ya no hay que buscarlos a ras de suelo. El atractivo se mide ahora por sus alturas. Antes llevabas a una amiga que venía a visitarte a un parque, a un restaurante de diseño, al barrio más antiguo.
Hoy poder contemplar bajo tus pies la belleza de una metrópoli es éxito seguro. Muchos hoteles y edificios emblemáticos tienen una terraza preparada para el disfrute, una azotea donde sentirte a la vez grande y pequeño.
Buscando gente a la que le gusta vivir allá arriba he leído que hay un monje que lleva décadas viviendo a cuarenta metros de altura en un pequeño templo sobre una roca en Georgia (EEUU). Se llama Maxime Qavtaradze y decidió vivir alejado, pero muy cerca del cielo, después de llevar una vida llena de problemas con la Justicia.
Los hay también que están encantados de residir en rascacielos. Por ejemplo, la Torre de Madrid, que antes era uno de los edificios más altos de Europa donde poder comprarse un piso, es un lugar privilegiado para hacerte una idea de lo que es la capital. Sobre todo si tu casa está en el piso 32.
Otra opción es vivir en un árbol. Ya os he hablado de ello alguna vez. Ese sueño de niños, esa fantasía de película, también se ha puesto de moda en los últimos años. Esto de hablar de las alturas no va con segundas, os lo prometo.
El otro día tuve la oportunidad de ver la Plaza de España desde una atalaya perfecta. Las vistas desde El Dear Hotel son impresionantes.
Me reuní allí con un par de amigas en plan after work, como lo llaman ahora. Yo lo llamaría ‘ir de cañas después del trabajo’ algo que, como sabéis, de nuevo tiene poco.
Si hay algún secreto sobre el término after work es saber elegir el sitio y a hora dependiendo lo que te guste o apetezca. Nuestro plan era tomar un picoteo, ver las vistas y ponernos al día sobre nuestro día a día en un ambiente relajado y tranquilo. Entre semana este plan no es nada fácil pero de vez en cuando se encuentra un hueco para romper la rutina del día día.
El look de este día es muy urbano: traje de chaqueta de cuadros escoceses en tonos verdes. Es un diseño de tejido que nunca pasa de moda.
El pantalón es de corte recto y la chaqueta, cortita y rematada en con cuero negro en el cuello. Y bueno, ¡ya me conocéis! para quitarle seriedad al look, me he puesto una camiseta roja de Motorhead. El chaleco también le da mucho punto y hace que el look sea 100% masculino.
Me gustan los contrastes, sobre todo si llevo algo muy serio como podría parecer este traje, pero si le añades los complementos que hagan romper esa seriedad como estos botines de piel de potro con punta y tacón cómodo, el resultado es mucho más liviano y menos formal.
¿qué os parece mi plan after work? ¿Lo practicáis de vez en cuando?
¡Un beso desde las alturas!
Os veo de nuevo por aquí la semana que viene.
Fotos tomadas en Dear Hotel, Gran Vía, 85
Traje Completo: ALMAGORES
Camiseta: MOTÖHEAD
Botines de pelo: ETXABURU